martes, 16 de marzo de 2010

guerrillero


Che Guevara
¿Qué es un "guerrillero"?

(1959)


Quizá no haya país en el mundo en que la palabra «guerrillero» no sea simbólica de una aspiración libertaria para el pueblo. Solamente en Cuba esta palabra tiene un significado repulsivo. Esta Revolución, libertadora, en todos sus extremos, sale también a dignificar esa palabra. Todos saben que fueron guerrilleros aquellos simpatizantes del régimen de esclavización española que tomaron las armas para defender en forma irregular la corona del rey de España; a partir de ese momento, el nombre queda como símbolo, en Cuba, de todo lo malo, lo retrógrado, lo podrido del país. Sin embargo, el guerrillero es, no eso, sino todo lo contrario; es el combatiente de la libertad por excelencia; es el elegido del pueblo, la vanguardia combatiente del mismo en su lucha por la liberación. Porque la guerra de guerrillas no es como se piensa, una guerra minúscula, una guerra de un grupo minoritario contra un ejército poderoso, no; la guerra de guerrillas es la guerra del pueblo entero contra la opresión dominante. El guerrillero es su vanguardia armada; el ejército lo constituyen todos los habitantes de una región o de un país. Esa es la razón de su fuerza, de su triunfo, a la larga o a la corta, sobre cualquier poder que trate de oprimirlo; es decir, la base y el substratum de la guerrilla está en el pueblo.
No se puede concebir que pequeños grupos armados, por más movilidad y conocimiento del terreno que tengan, puedan sobrevivir a la persecución organizada de un ejército bien pertrechado sin ese auxiliar poderoso. La prueba está en que todos los bandidos, todas las gavillas de bandoleros, acaban por ser derrotados por el poder central, y recuérdese que muchas veces estos bandoleros representan, para los habitantes de la región, algo más que eso, representan también aunque sea la caricatura de una lucha por la libertad.
El ejército guerrillero, ejército popular por excelencia, debe tener en cuanto a su composición individual las mejores virtudes del mejor soldado del mundo. Debe basarse en una disciplina estricta. El hecho de que las formalidades de la vida militar no se adapten a la guerrillera, que no haya taconeo ni saludo rígido, ni explicación sumisa ante el superior, no demuestran de manera alguna que no haya disciplina. La disciplina guerrillera es interior, nace del convencimiento profundo del individuo, de esa necesidad de obedecer al superior, no solamente para mantener la efectividad del organismo armado que está integrado, sino también para defender la propia vida. Cualquier pequeño descuido en un soldado de un ejército regular es controlado por el compañero más cercano. En la guerra de guerrillas, donde cada soldado es unidad y es un grupo, un error es fatal. Nadie puede descuidarse. Nadie puede cometer el más mínimo desliz, pues su vida y la de los compañeros le va en ello.
Esta disciplina informal, muchas veces no se ve. Para la gente poco informada, parece mucho más disciplinado el soldado regular con todo su andamiaje de reconocimientos de las jerarquías que el respeto simple y emocionado con que cualquier guerrillero sigue las instrucciones de su jefe. Sin embargo, el ejército de liberación fue un ejército puro donde ni las más comunes tentaciones del hombre tuvieron cabida; y no había aparato represivo, no había servicio de inteligencia que controlara al individuo frente a la tentación. Era su autocontrol el que actuaba. Era su rígida conciencia del deber y de la disciplina.
El guerrillero es, además de un soldado disciplinado, un soldado muy ágil, física y mentalmente. No puede concebirse una guerra de guerrillas estática. Todo es nocturnidad. Amparados en el conocimiento del terreno, los guerrilleros caminan de noche, se sitúan en la posición, atacan al enemigo y se retiran. No quiere decir esto que la retirada sea muy lejana al teatro de operaciones; simplemente tiene que ser muy rápida del teatro de operaciones.
El enemigo concentrará inmediatamente sobre el punto atacado todas sus unidades represivas. Irá la aviación a bombardear, irán las unidades tácticas a cercarlos, irán los soldados decididos a tornar una posición ilusoria.
El guerrillero necesita sólo presentar un frente al enemigo. Con retirarse algo, esperarlo, dar un nuevo combate, volver a retirarse, ha cumplido su misión específica. Así el ejército puede estar desangrándose durante horas o durante días. El guerrero popular, desde sus lugares de acecho, atacará en momento oportuno.
Hay otros profundos axiomas en la táctica de guerrillas. El conocimiento del terreno debe ser absoluto. El guerrillero no puede desconocer el lugar donde va a atacar, pero además debe conocer todos los trillos de retirada así como todos los caminos de acceso o los que están cerrados. Las casas amigas, y enemigas, los lugares más protegidos, aquellos donde se puede dejar un herido, aquellos otros donde se puede establecer un campamento provisional, en fin, conocer como la palma de la mano el teatro de operaciones. Y eso se hace y se logra porque el pueblo, el gran núcleo del ejército guerrillero, está detrás de cada acción. Los habitantes de un lugar son acémilas, informantes, enfermeros, proveedores de combatientes, en fin, constituyen los accesorios importantísimos de su vanguardia armada.
Pero frente a todas estas cosas; frente a este cúmulo de necesidades tácticas del guerrillero, habría que preguntarse: «¿por qué lucha?», y, entonces surge la gran afirmación: «El guerrillero es un reformador social. El guerrillero empuña las armas como protesta airada del pueblo contra sus opresores, y lucha por cambiar el régimen social que mantiene a todos sus hermanos desarmados en el oprobio y la miseria. Se ejercita contra las condiciones especiales de la institucionalidad de un momento dado y se dedica a romper con todo el vigor que las circunstancias permitan, los moldes de esa institucionalidad.»
Veamos algo importante: ¿qué es lo que el guerrillero necesita tácticamente? Habíamos dicho, conocimiento del terreno con sus trillos de acceso y escape, velocidad de maniobra, apoyo del pueblo, lugares donde esconderse, naturalmente. Todo eso indica que el guerrillero ejercerá su acción en lugares agrestes y poco poblados. Y, en los lugares agrestes y poco poblados, la lucha del pueblo por sus reivindicaciones se sitúa preferentemente y hasta casi exclusivamente en el plano del cambio de la composición social de la tenencia de la tierra, es decir, el guerrillero es, fundamentalmente y antes que nada, un revolucionario agrario.
Interpreta los deseos de la gran masa campesina de ser dueña, de la tierra, dueña de los medios de producción, de sus animales, de todo aquello por lo que ha luchado durante años, de lo que constituye su vida y constituirá también su cementerio.
Por eso, en este momento especial de Cuba, los miembros del nuevo ejército que nace al triunfo desde las montañas de Oriente y del Escambray, de los llanos de Oriente y de los llanos de Camagüey, de toda Cuba, traen, como bandera de combate, la Reforma Agraria.
Es una lucha quizás tan larga como el establecimiento de la propiedad individual. Lucha que los campesinos han llevado con mejor o peor éxito a través de las épocas, pero que siempre ha tenido calor popular. Esta lucha no es patrimonio de la Revolución. La Revolución ha recogido esa bandera entre las masas populares y la ha hecho suya ahora. Pero antes, desde mucho tiempo; desde que se alzaran los vegueros de La Habana; desde que los negros trataran de conseguir su derecho a la tierra en la gran guerra de liberación de los 30 años; desde que los campesinos tomaran revolucionariamente el Realengo 18, la tierra ha sido centro de la batalla por la adquisición de un mejor modo de vida.
Esta Reforma Agraria que hoy se está haciendo, que empezó tímida en la Sierra Maestra, que se trasladó al Segundo Frente Oriental y al macizo del Escambray, que fue olvidada algún tiempo en las gavetas ministeriales y resurgió pujante con la decisión definitiva de Fidel Castro es, conviene repetirlo una vez más, quien dará la definición histórica del «26 de julio».
Este Movimiento no inventó la Reforma Agraria. La llevará a cabo. La llevará a cabo íntegramente hasta que no quede campesino sin tierra, ni tierra sin trabajar. En ese momento, quizás, el mismo Movimiento haya dejado de tener el por qué de existir, pero habrá cumplido su misión histórica. Nuestra tarea es llegar a ese punto, el futuro dirá si hay más trabajo a realizar. Guerra y población campesina
El vivir continuado en estado de guerra crea en la conciencia del pueblo una actitud mental para adaptarse a ese fenómeno nuevo. Es un largo y doloroso proceso de adaptación del individuo para poder resistir la amarga experiencia que amenaza su tranquilidad. La Sierra Maestra y otras nuevas zonas liberadas han debido pasar también por esta amarga experiencia.
La situación campesina en las zonas agrestes de la serranía era sencillamente espantosa. El colono, venido de lejanas regiones con afanes de liberación, había doblado las espaldas sobre las tumbas nuevas que arrancaba su sustento, con mil sacrificios, había hecho nacer las matas de café de las lomas empinadas donde es un sacrificio el tránsito a lo nuevo; todo con su sudor individual respondiendo al afán secular del hombre por ser dueño de su pedazo de tierra; trabajando con amor infinito ese risco hostil al que trataba como una parte de sí mismo. De pronto, cuando las matas de café empezaban a florearse con el grano que era su esperanza, aparecía un nuevo dueño de esas tierras. Era una compañía extranjera; un geófago local o algún aprovechado especulador inventaba la deuda necesaria. Los caciques políticos, los jefes de puesto trabajaban como empleados de la compañía o el geófago apresando o asesinando cualquier campesino demasiado rebelde a las arbitrariedades. Ese panorama de derrota y desolación fue el que encontramos para unirlo a la derrota, producto de nuestra inexperiencia, en la Alegría de Pío (nuestro único revés en esta larga campaña, nuestra cruenta lección de lucha guerrillera). El campesinado vio en aquellos hombres macilentos cuya barba, ahora legendaria, empezaba a aflorar, un compañero de infortunio, un nuevo golpeado por las fuerzas represivas, y nos dio su ayuda espontánea y desinteresada, sin esperar nada de los vencidos.
Pasaron los días y nuestra pequeña tropa de ya aguerridos soldados mantuvo los triunfos de La Plata y Palma Mocha. El régimen reaccionó con toda su brutalidad y el asesinato campesino se hizo en masa. El terror se desató sobre los valles agrestes de la Sierra Maestra y los campesinos retrajeron su ayuda; una barrera de mutua desconfianza asomaba entre ellos y los guerrilleros; aquéllos por el miedo a la represalia, éstos por temor al chivatazo de los timoratos. Nuestra política, no obstante, fue justa y comprensiva y la población guajira inició su viraje de retorno a nuestra causa.
La dictadura, en su desesperación y en su crimen, ordenó la reconcentración de las miles de familias guajiras de la Sierra Maestra a las ciudades. Los hombres más fuertes y decididos, casi todos los jóvenes, prefirieron la libertad y la guerra a la esclavitud y la ciudad. Largas caravanas de mujeres, niños y ancianos peregrinaron por los caminos serpenteantes donde habían nacido, bajaron al llano y fueron arrinconados en las afueras de las ciudades. Por segunda vez Cuba vivía la página más criminal de su historia: la reconcentración. Primero lo ordenó Weyler, el sanguinario espadón de la España colonial; ahora lo mandaba Fulgencio Batista, el peor de los traidores y de los asesinos que ha conocido América. El hambre, la miseria, las enfermedades, las epidemias y la muerte, diezmaron a los campesinos reconcentrados por la tiranía; allí murieron niños por falta de atención médica y de alimentación, cuando a unos pasos de ellos estaban los recursos que pudieron salvar sus vidas. La protesta indignada del pueblo cubano, el escándalo internacional y la impotencia de la dictadura en derrotar a los rebeldes, obligaron al tirano a suspender la reconcentración de las familias campesinas de la Sierra Maestra. Y otra vez volvieron a las tierras donde habían nacido, miserables, enfermos y diezmados, los campesinos de la Sierra. Si antes habían sufrido los bombardeos de la dictadura, la quema de su bohío y el asesinato en masa, ahora habían conocido la inhumanidad y barbarie de un régimen que los trató peor que la España colonial a los cubanos de la guerra independentista. Batista había superado a Weyler.
Los campesinos volvieron con una decisión inquebrantable de luchar hasta vencer o morir, rebeldes hasta la muerte o la libertad.
Nuestra pequeña guerrilla de extracción ciudadana empezó a colorearse de sombreros de yarey; el pueblo perdía el miedo, se decidía a la lucha, tomaba decididamente el camino de su redención. En este cambio coincidía nuestra política hacia el campesinado y nuestros triunfos militares que nos mostraba ya como una fuerza imbatible en la Sierra Maestra.
Puestos en la disyuntiva, todos los campesinos eligieron el camino de la Revolución. El cambio de carácter de que hablábamos antes se mostraba ahora en toda su plenitud: la guerra era un hecho, doloroso sí, pero transitorio; la guerra era un estado definitivo dentro del cual el individuo debía adaptarse para subsistir. Cuando la población campesina lo comprendió, inició las tareas para afrontar las circunstancias adversas que se presentarían.
Los campesinos volvieron a sus conucos abandonados, suspendieron el sacrificio de sus animales guardándolos para épocas peores y se adaptaron también a los ametrallamientos salvajes, creando cada familia su propio refugio individual. Se habituaron también a las periódicas fugas de las zonas de guerra, con familias, ganado y enseres, dejando al enemigo sólo el bohío para que cebaran su odio convirtiéndolo en cenizas. Se habituaron a la reconstrucción sobre las ruinas humeantes de su antigua vivienda, sin quejas, sólo con odio concentrado y voluntad de vencer.
Cuando se inició el reparto de reses para luchar contra el cerco alimenticio de la dictadura, cuidaron sus animales con amorosa solicitud y trabajaron en grupos, estableciendo de hecho cooperativas para trasladar el ganado a lugar seguro, donando también sus potreros, y sus animales de carga al esfuerzo común. En un nuevo milagro de la Revolución, el individualista acérrimo que cuidaba celosamente los límites de su propiedad y de su derecho propio, se unía, por imposición de la guerra, al gran esfuerzo común de la lucha. Pero hay un milagro más grande. Es el reencuentro del campesino cubano con su alegría habitual, dentro de las zonas liberadas. Quien ha sido testigo de los apocados cuchicheos con que nuestras fuerzas eran recibidas en cada casa campesina, nota con orgullo el clamor despreocupado, la carcajada alegre del nuevo habitante de la Sierra. Ese es el reflejo de la seguridad en sí mismo que la conciencia de su propia fuerza ha dado a los habitantes de nuestra porción liberada. Esa es nuestra tarea futura: hacer retornar al pueblo de Cuba el concepto de su propia fuerza, de la seguridad absoluta en que sus derechos individuales, respaldados por la Constitución, son su mayor tesoro. Más aún que el vuelo de las campanas, anunciará la liberación el retorno de la antigua carcajada alegre, de despreocupada seguridad que hoy ha perdido el pueblo cubano.

sábado, 26 de diciembre de 2009

burn gibson down pressor man

La gloria de la cultura maya no puede figurar en una película de persecuciones

EARL SHORRIS*

Ampliar la imagen Mel Gibson en el set de filmación de la película Foto: Reuters

En la península de Yucatán, donde muchos de los mayas de México viven, hay una historia frecuentemente contada sobre gente como Mel Gibson, cuya sangrienta película en maya yucateco, Apocalypto, se estrenó el 8 de diciembre (en Estados Unidos. En México se estrenará el 19 de enero). La primera vez que escuché la historia fue en voz de Miguel Angel May May, un hombre alto entre los mayas, de unos cuarenta y tantos años de edad, guapo, con una cabellera ligeramente gris. Habla maya yucateco de una manera tan elocuente que cuando jóvenes que han comenzado a perder su idioma y cultura lo escuchan por primera vez, derraman lágrimas por lo que fue y lo que puede ser en Yucatán.

May May cuenta la historia con el mismo tipo de coraje y orgullo que Gibson trató de retratar con sus héroes escoceses en Braveheart y los pícaros postapocalípticos en Mad Max: "Un maya, de clase media, como yo, entró en una agencia de la Ford aquí en Mérida. Quería comprar una pick up nueva. Estaba bien vestido, pero, claramente era maya. El vendedor le ofreció 10 pesos por lavar la camioneta", dijo May May. Es una experiencia común para la gente de color en un mundo blanco. Yucatán no es un mundo completamente blanco, sin embargo, de todos los grandes grupos étnicos en México, los mayas sufren el más terrible prejuicio. En México, en lenguaje prejuicioso, se dice que los mayas son gente de cabeza grande y sin cerebro, demasiado chaparros, demasiado oscuros, y con un extraño e irrisorio acento español. Gibson aceptó el estereotipo y lo adornó.

Es necesario comprender el mundo maya tal como existe ahora para que uno entienda qué tan racista fue la acción cometida por Gibson al hacer esta nueva película. Quizá por haberse dado cuenta de lo que se le hizo a los mayas en la cinta, Gibson ha estado buscando aliados entre los latinos y los indígenas estadunidenses. Incluso llegó a decirle a la revista Time: "La exaltación del miedo que retratamos en esta película me recuerda un poco al presidente Bush y sus cuates".

La ironía más amarga del colonialismo

De hecho, Gibson se metió en una delicada situación cultural y quizá haya hecho añicos mucho de lo que los pueblos indígenas, los historiadores y los lingüistas han construido en años recientes. El prejuicio étnico es tan marcado en Yucatán como en cualquier otro lugar en América. Lo he visto en acción en las comunidades mayas y en las ciudades y en las playas. Cuando el Clemente Course (que educa a los indígenas y a los pobres en siete países) impartió su primera clase sobre la lengua maya y las humanidades en el pequeño poblado de San Antonio Sihó, los estudiantes me dijeron que cuando tomaban el camión a Mérida (un viaje de más de 80 kilómetros) tenían miedo de hablar en maya, no fuera la gente a pensar que eran unos estúpidos indígenas (mayeros). Tras dos años de estudio, José Chim Kú, el estudiante líder de la clase, dijo: "Ahora, cuando viajo en camión, sólo hablo en maya". El profesorado, incluyendo a May May, se tardó dos años en lograr el cambio, porque los mayas han internalizado su reciente historia. Y, al igual que las demás personas que viven en el violento espejo del odio racial y étnico, sufren por su sufrimiento. Es la ironía más amarga del colonialismo.

En la película Apocalypto, que Gibson asegura hará que el idioma maya "de nuevo sea cool", hay muchos papeles importantes. El protagonista es un guapo y ágil joven, un bailarín de Oklahoma llamado Rudy Youngblood. Tiene antepasados indígenas, pero no es maya, y, como la mayoría de los otros papeles estelares, no es un actor profesional. Ninguno de los otros cuatro papeles principales es interpretado por mayas. Según Gibson, son interpretados por gente de Estados Unidos, y los otros papeles estelares son de la ciudad de México o de Oaxaca. Sin embargo, cada palabra pronunciada en la película es en maya yucateco, un idioma difícil de aprender o siquiera imitar, porque es tanto tonal como acentuado.

No es que Gibson haya tenido pocos mayeros entre los cuales escoger. Hay más de un millón de mayas en México y más de 100 mil son monolingües hablantes de maya yucateco. Sin embargo, Gibson no escogió ni un maya para un papel estelar. Al hacerlo, hizo una película que refuerza el prejuicio contra los mayas, quienes han defendido su autonomía cultural tan ferozmente como cualquier otro pueblo del planeta. Rechazaron al español Francisco de Montejo dos veces, antes de que ocupara parte de la península en 1527. Siguieron librando batallas campales contra la dominación cultural y política europea hasta el fin de la Guerra de Castas a principios del siglo XX. Y aún ahora, organizaciones militantes en la profundidad de la selva del estado de Quintana Roo practican rituales antiguos y resisten la hegemonía cultural y política occidental, incluyendo el calendario gregoriano. Pero nunca han sido atacados por Hollywood.

La cultura no vende boletos

Al igual que los dueños de los hoteles que bordean las bellas playas de Cancún y Cozumel, Mel Gibson no contrató a ningún maya para trabajar en su proyecto, a excepción de los papeles más pequeños. Los nacionalistas mayas piensan que los hoteles y los paquetes turísticos que usan la palabra "maya" o "mayaland" (una traducción de mayab) deberían de pagar por lo que se apropian. El patrimonio maya, dicen, no es ni oro ni plata, ni grandes extensiones de tierra fértil; sólo tienen su historia, su cultura, a sí mismos. Así como los dueños de los hoteles traen desconocidos a Yucatán para hacer todo menos trabajos de lavandería y de mantenimiento, Gibson trajo desconocidos para quitarles a los mayas los papeles buenos. En una entrevista dijo que escogió gente que "se veía como uno imaginaría que debía verse". Pero he visto fotos de Rudy Youngblood, y no se parece a ningún maya que haya visto. Uno sólo puede atribuir la elección de Youngblood y los otros no-mayas a los estereotipos que Gibson ha adoptado.

En la elección del reparto y la producción de la película, Gibson reforzó un concepto colonialista de los indígenas que ha existido durante mucho tiempo en México. La antigua cultura maya era extraordinaria, tal como ahora lo reconoce el resto del mundo. Los mayas inventaron uno de los pocos sistemas originales de escritura fonética (estamos familiarizados con el sistema chino y el que culminó en la escritura latina). Trabajaron con el concepto del cero mucho antes de que se conociera en Europa. Eran magníficos astrónomos. Su arte y arquitectura ahora son conocidos y estudiados en el mundo entero. También es cierto que eran guerreros y que hacían sacrificios humanos, aunque no a gran escala, como los mexicas. Su habilidad para llevar a cabo obras militares y civiles a gran escala era impresionante. La literatura maya tiene una gran y larga historia, desde las antiguas palabras talladas en piedra hasta el Pop Wuj (Popol Vuh) y los libros pos-invasión del Chilam Balam a los poemas del siglo XVIII (Kay Nicte, Canción de la Flor, y otros) a obras contemporáneas, incluyendo la brillante poesía de Briceida Cuevas Cob, en maya yucateco, y de Humberto Ak'abal en ki'che y las encantadoras fábulas de Miguel Angel May May.

La cultura no vende boletos. La violencia sí. Gibson hizo lo que él llama "una película de persecuciones". Así como vimos a su escocés destripado y su Jesús apaleado hasta ser una masa sangrienta, ahora veremos a un joven maya escapar corriendo por la selva, y al que le arrancan del pecho su corazón aún palpitante. La filosofía social de Jesús no encontró un lugar en la Pasión de Cristo, de Gibson, y la gloria de la cultura maya no puede figurar en una película de persecuciones. "¡Sangre! ¡Más sangre!", gritó Gibson durante la filmación.

Según el calendario maya, el mundo llegará a su fin en 2012, pero ya ha habido cuatro creaciones en la visión maya del cosmos y no hay ninguna razón para pensar que no esperaban otra. Para el título de su película, Gibson escogió una palabra griega relacionada a las ideas en el Libro de la Revelación: apocalipsis. Gibson ha intentado vender la película como una alegoría, usando la caída de la civilización maya para representar la guerra en Irak. Pero no se trata sobre Irak y el fin del periodo clásico maya tuvo lugar muchos siglos antes del periodo que Gibson escogió para su película. El único significado profundo que uno puede extraer de la película es que hay una estrecha relación entre racismo y violencia. El mensaje de la producción es que los mayas son personas inaceptables; no queremos verlos como lo que son ahora y los despreciamos por lo que fueron entonces.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

chan santa roots, revelacion



ahi va un fragmento de la rola revelaciòn del grupo DE REGGAE chan santa roots de felipe carrillo puerto Quintana Roo.

martes, 8 de diciembre de 2009

Encuentro de voces jovenes contra el suicidio


Abordan tema con alumnos del Instituto Tecnológico Superior


Ale­jan­dro CHAN PUC

FE­LI­PE CA­RRI­LLO PUER­TO, 18 de no­viem­bre.- La tar­de de es­te miér­co­les, en el au­di­to­rio del Ins­ti­tu­to Tec­no­ló­gi­co Su­pe­rior de es­ta ciu­dad, alum­nos del no­ve­no se­mes­tre im­par­tie­ron una con­fe­ren­cia mo­ti­va­cio­nal co­mo par­te del pro­gra­ma En­cuen­tro de Vo­ces Jó­ve­nes Con­tra el Sui­ci­dio 2009, el cual tie­ne co­mo ob­je­ti­vo pre­ve­nir el sui­ci­dio en­tre ni­ños y jó­ve­nes.

Con es­te even­to los jó­ve­nes del Ins­ti­tu­to Tec­no­ló­gi­co Su­pe­rior de Fe­li­pe Ca­rri­llo Puer­to se su­man a la lu­cha con­tra el sui­ci­dio, unien­do es­fuer­zos con de­pen­den­cias y so­cie­dad pa­ra el lo­gro del mis­mo ob­je­ti­vo.

El sui­ci­dio es la pri­me­ra cau­sa de muer­te vio­len­ta en­tre hom­bres y mu­je­res de en­tre 15 y 34 años de edad, ya que es ma­yor nú­me­ro de muer­tes por sui­ci­dio que las pro­du­ci­das anual­men­te por to­dos los ho­mi­ci­dios y con­flic­tos bé­li­cos del pla­ne­ta.

En es­te even­to se dio a co­no­cer que el sui­ci­dio se da más en hom­bres que en mu­je­res, de los cua­les el 75 % es por ahor­ca­mien­to, y el res­to por ar­mas de fue­go e in­ges­tión de bar­bi­tú­ri­cos.

Por úl­ti­mo, se in­for­mó que en el 2008, en nues­tro Es­ta­do se re­gis­tra­ron 94 ca­sos, y en el 2009 se ele­vó a 122, de un to­tal de 429 per­so­nas que lo in­ten­ta­ron, y en Fe­li­pe Ca­rri­llo Puer­to, en el 2008 se re­gis­tra­ron 3 sui­ci­dios, mien­tras que en el 2009 se han re­gis­tra­do 2 ca­sos.

domingo, 6 de diciembre de 2009

cruzoob wailers, cultura maya

mural de la ciudad de felipe carrillo puerto quintana roo, elaborado por el artista Ruben Xool, una buena expresion de nuestras raices.